Rumbo a Asia

La primavera ha comenzado a avivar los colores de la Ville Lumière (París - Ciudad de la Luz), los árboles de las calles ya están repletos de flamantes hojas de un vivo y brillante color verde claro...
Cuando la tarde comienza a transformarse en una estrellada noche, los tres amigos dan por finalizado el paseo y, como hacen todos los domingos, caminan por la Route de Sèvres À Neuilly, hasta el estacionamiento del restaurant en donde ha quedado el automóvil de Adam. Él llevará a las chicas hasta su hogar, una suntuosa finca en Suresnes, al otro lado del río Sena, no muy lejos de la suya propia...
_ Buenas tardes? ¿podrían informarme porqué celebran este día, aquí en la Torre?
El grupo, de cuatro varones y dos chicas, interrumpen su coloquio y fijan sus miradas amistosas en la pequeña, hermosa, y sonriente oriental; cinco de ellos, cambian sus miradas para centrarlas en el sexto, que está dándole las espaldas, pues parece ser el que mejor domina dicho idioma.
Adam, se vuelve para responder con cierta displicencia, pero se interrumpe imprevistamente; la imagen de la joven oriental lo deja estupefacto. Vacila unos instantes, mueve los labios para decir algo, y la dulce sonrisa y cautivante mirada, se lo impiden...
Nadie podría describir las sensaciones que los amantes experimentaron esa primera noche de amor. Las subyugantes consecuencias de la inédita relación sexual, sobrepasaron por lejos las expectativas que en algún momento tuvieran a respecto de la profundidad de sus sentimientos mutuos. A partir de aquella noche, cuyo único testigo fue la luna, que los espió a través de la ventana abierta de par en par, hicieron un pacto de amor incondicional y de fidelidad eterna, un pacto íntimo en el que no hubo palabras, apenas miradas que expresaron lo necesario para formalizarlo. Adheridos con pasión y ternura en un abrazo interminable, sus corazones lo sellaron, intercambiando latidos durante toda la madrugada. .. leer todo...