Otro ramillete de flores que me toca armar en el jardín de las hespérides del gran Platón, esta vez dando lidia como la que se pudo ver en el desarrollo de la obra "Julieta" en la cual se hace un canto al valor y a la constancia de una mujer que prevalece de manera notoria en el discurrir de varias generaciones, narradas con la dulzura de la pluma de la escritora Socorro Santis de Ávila.

Hace una verdadera oda, un homenaje al folclor de la zona costera del norte de nuestro país, en sus páginas deja verter el verdadero fragor de las costumbres del ambiente costeño, todo bajo la forma del personaje clásico: "Julieta" quien se vistió de ganas para encarnar todo el bagaje de un pueblo que medra del diario, para sobrevivir en las diáfanas y cristalinas aguas marineras del sano desempeño. A duras penas deja un difícil legado en las costumbres de los ancestros. Abuelos que dejaron una grata herencia consignada en las peripecias que tuvo que enfrentar nuestra grata Julieta.

Pero el asunto no para ahí, asciende varios peldaños que son el símbolo de la superación y el producto de una elaboración que se dio día a día, minuto a minuto, a cada instante porque la saga continúa. No se da por vencida y avanza a pasos agigantados y dando gresca por los senderos de la gran historia.

Estamos asistiendo al homenaje, al desempeño, a la tradición, al reconocimiento del ejercicio profesional de los valores y los aconteceres, que no pasan en vano, sino que dejan una profunda huella en el devenir de los tiempos al arrullo de la refrescante brisa marina en noches veraniegas de mucho esplendor.

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