De todos los seres vivientes que existen en el planeta, el hombre es el único que ha logrado superar alguna de las fuerzas de la naturaleza para así tener cierto dominio sobre el medio ambiente. En cierto sentido, ha podido modificarlo en una forma que parece benéfica, y que a menudo lo es. Sin duda, muchos de los logros del hombre sobre la naturaleza tienen el objetivo de satisfacer las necesidades humanas; pero por otra parte, es innegable que el hombre, en su afán de dominio de la naturaleza, ha intervenido y transformado su entorno. En ese sentido, la actividad del hombre sobre el medio ambiente, provoca una continua y profunda modificación de sus condiciones naturales, dando lugar a un progresivo deterioro y transformación del medio.
La Tierra es un recurso finito, y así lo son también los recursos naturales que sustenta, aunque estos pueden variar con el tiempo dependiendo de las condiciones de su ordenación y los usos que se les den.
El desafío que impone luchar por salvar a la tierra del deterioro a que la expone la actividad humana, nos exige empezar por entender que la defensa del medio ambiente no es sólo un derecho de cada hombre, sino que al mismo tiempo un "deber humano", que nos obliga a tomar conciencia y a poner énfasis en la necesidad de que los hombres nos exijamos más a nosotros mismos en bien de la supervivencia de la propia vida humana. Del mismo modo, cuando se manifiesta una preocupación por el medio ambiente, por el deterioro de nuestros recursos naturales, por los fenómenos de con¬taminación, por la calidad del hábitat urbano de nuestra población, se está expresando, en el fondo preocupación por la vida, por las de quienes comparten con nosotros la tierra y nuestro tiempo y, por supuesto, la de quienes vendrán después de nosotros. Se está expresando también, un compromiso con nuestro país que demanda preocupación por sus problemas ambientales y esfuerzos urgentes por solucionarlos.
Las crecientes necesidades humanas y el aumento de las actividades de todo tipo, ejer leer todo...