MI AMOR DE CIUDAD
tazas humeantes, se cruzaron sus caminos. Él, un soñador empedernido, llevaba en su mochila las palabras que nunca se atrevió a decir. Ella, con los ojos cargados de misterio, buscaba respuestas en los reflejos de los escaparates.
Fue en una tarde de lluvia, cuando los charcos danzaban bajo los paraguas, que sus miradas se encontraron. Él, con su libreta llena de versos inacabados, la vio en la esquina de la librería de segunda mano. Ella, con su abrigo desgastado y una sonrisa que parecía un enigma, hojeaba un libro de poemas olvidados.
No hicieron falta palabras. Los corazones se entendieron en ese instante. Y así comenzó su amor de ciudad: entre las páginas amarillentas de los libros, en los bancos de los parques donde las hojas caían como confesiones, y en los pasillos del metro, donde las manos se rozaban como notas musicales.
Pero las ciudades también son expertas en despedidas. Los días se volvieron semanas, y las semanas, meses. Las estaciones cambiaron, y con ellas, sus vidas. Los sueños se entrelazaron, pero también se enredaron en los cables del teléfono. Las noches de insomnio se llenaron de preguntas sin respuesta, y los abrazos se volvieron más cortos, como si el tiempo también fuera un habitante más de aquel apartamento diminuto.
¿Qué sucede cuando el ruido de la ciudad se cuela en los silencios compartidos? ¿Cómo se despiden dos amantes que se amaron en las esquinas de los cafés y en los andenes de las estaciones de tren? leer todo...