LA ATEMBADA
había para una comida no tenían para otra.
La mujer trabajó como aseadora en un colegio público, pero duró poco tiempo debido a su extremada lentitud, pereza y atolondramiento, de ahí el mote que le pusieron.
El esposo poco se preocupaba por trabajar y lo hacía de manera intermitente manejando camiones. Había días en los que no dejaba para el diario, y los jóvenes tenían que ir a estudiar sin probar bocado.
La ?atembada? iba todos los días a una iglesia protestante donde le daban el almuerzo y no le importaba si los demás integrantes de la familia comían. Se mantenía regordeta mientras que los demás se encontraban escuálidos y raquíticos.
No fue muy amiga del aseo, su aspecto personal era deplorable. Tenía el cabello largo y desgreñado por lo que cuando preparaba algún alimento casi siempre se encontraban pelos en la comida.
La hija mayor era la que se encargaba de ordenar la pieza y lavar la loza cuando había motivos para hacerlo, para luego dedicarse a hacer sus tareas.
Así comienza este cuento que está basado en hechos de la vida real y, que llevarán al lector a conocer situaciones particulares de alguien que siempre fue despistada para unas cosas e injusta en su proceder para otras. leer todo...
David Francisco Camargo Hernández
los temas en sus propios libros. Propende por una economía «más humana, más igualitaria, capaz de contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010 algunas de sus publicaciones fueron traducidas a varios idiomas. Una de las más destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y por «su sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento comprometido con los problemas de l leer todo...