Poemas para aprender a volar

Es para mí un privilegio el ser elegido como editor de la presente obra, honor que me hace sentir orgulloso en grado sumo dado el valioso material que se me entrega con verdadera confianza. Poemas de gran valía, donde el autor hace gala, con suma sapiencia, de su destreza artística para engalanar las angustias con la misma armonía con que acicala el amor, la alegría, la esperanza, el dolor o la tristeza.
Y es que los poemas de Jaime Ignacio, nuestro Condorandino, tienen la propiedad de la elegancia, la pulcritud y la mesura, del orden y la destreza para medir cada sílaba y dibujar rítmicamente la silueta de una pena; dándole así la forma de un soneto, una espinela o una musa.
Su pluma exquisita deja verter paulatinamente su gusto poético que trasciende hacia esferas superiores de la poética clásica, versos que albergan la esencia de los sentimientos, de las expresiones del alma, de los batallares de la vida cotidiana galopando sin aperos en el lomo de una nube que se desplaza por el orbe para entregarle a Dios, como respuesta a sus bondades, una pequeña muestra de sus haberes literarios.
Es allí donde depura sus pesares henchido de esperanzas ante el Cristo que le dio la claridad y la sapiencia necesaria para darle forma y pulir la redondez de una lágrima, hacer de una congoja la partitura de una oda, el canto de una pena, hacer el mejor vino de la vid de una quimera?
Construir una ilusión de un desengaño, poner en entredicho la falsía, llenar ese vacío de la muerte cuando parte de este mundo un ser querido, cuando un verso origina una canción?
Es aquel diseñador de la palabra que cantando a la luz de su sombrío deja un eco en el cosmos, es el mismo eco que despierta el dormido tañer de la campana que envejece colgada en lo alto de una torre y no se inmuta, como el alma del poeta que envejece puliendo una ilusión a la sombra de su lucidez preclara y colmada de fantasías en la espesura de sus años? a la sombra de sus días impregnados de recuerdos? leer todo...