Constitución Eclesiástica

PRÓLOGO

?Pero hágase todo decentemente y con orden? (1 Cor. 14:40). El texto sagrado que encabeza este prólogo nos constriñe a poner en orden los trabajos que tienden al crecimiento de la obra, que se acentúa, en cada miembro en particular y de la Iglesia de Cristo en general.

Para alcanzar este ideal, es indispensable tener un sistema de organización, de doctrina y disciplina que nos rija y que estas tengan su base en las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo tomando en cuenta lo que dijo el Espíritu Santo, por boca de San Pablo ?Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los Santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;? (Ef. 9:11-13).

Nosotros como colaboradores de Dios en esta obra, deseamos que nuestros esfuerzos no sean en vano. Por tanto, guiados por su Espíritu Santo, en obediencia a su santa Palabra y con justicia, procedemos a llevar a cabo esta obra sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (Ef. 2:20), sabiendo que sin la ayuda de Dios nada podemos hacer (Juan 15:5).

La violencia y el crimen están aumentando en el país, y como consecuencia se siembra la semilla del odio, que causa dolor. Esta situación es un desafío para la Iglesia de nuestro señor Jesucristo, la que debe trabajar sin cesar, en la proclamación de las buenas nuevas que trae salvación, paz y amor que tanto necesita la humanidad.

Nosotros que hemos experimentado la regeneración por nuestro señor Jesucristo, hemos sido impulsados a formar un grupo de hijos de Dios, sujetos a sus enseñanzas, de tal manera que el mundo vea la perfecta unidad, adornada con la moral y disciplina espiritual de la Palabra de Dios. leer todo...