LA BIBLIA CODIFICADA

AUTOR: JOSE BALSECA
QUITO-ECUADOR
Josué 10,1:
Adoni-Sedec, rey de Jerusalén, supo que Josué se había apoderado de Aí y que le había condenado al anatema: había tratado a Aí y su rey como lo había hecho con Jericó y su rey. Supo también que los habitantes de Gabaón, que vivían en medio de los israelitas, habían hecho la paz con ellos, y le entró mucho miedo.
El pasaje nos sumerge al tiempo de Josué, un caudillo del pueblo de Israel que luchó arduamente por conquistar la tierra de Palestina, que, según las Escrituras Sagradas, literalmente hablando, se trata de la Tierra Prometida. Pero esta conquista, Josué más hace a la manera de él y poco a la manera de Dios, ya que como ser humano pendenciero, Josué, todo busca conseguir en base a la violencia y escuchando más al engaño del Diablo que a la voz de Dios. En este versículo se ve que todos los reyes que poblaban Palestina en aquel entonces se doblegan ante la fuerza invasora del caudillo Josué y, de esos reyes que se doblegan sobresale uno llamado Adoni-Sedec.
Josué 10,2-4:
Porque Gabaón era una gran ciudad, como una capital real; era más grande que Aí y todos los hombres estaban entrenados. Por eso Adoni-Sedec, rey de Jerusalén, mandó a decir a Ohám, rey de Hebrón, a Piream, rey de Jarmut, a Jafía, rey de Laquis, y a Debir, rey de Eglón: suban hasta mi casa y ayúdenme a castigar a Gabaón, porque hizo la paz con Josué y los Israelitas.
Los dos pasajes del libro de Josué, son acomodaciones de gente entendida en el Arte de la Guerra como son estos los israelitas que trataron a como dé lugar, que toda la humanidad, desde aquellos tiempos, comience a creer en la guerra santa. Pero en el fondo, para Dios no existe la guerra santa, no existe la guerra necesaria, ni existe la guerra justa y todo lo que va hablar el capítulo entero del libro de Josué son solo dictámenes del Enemigo Malo para que la gente crea que también en toda guerra existe la intervención de Dios. leer todo...