J. Sheppard nació el 13 de octubre de 2013, no como un hombre, sino como un eco. Surgió del duelo y del amor, como el murmullo persistente de una voz que se niega a desaparecer. Es una promesa extendida en el tiempo: escribir para que algo quede, para que el silencio no sea olvido, para que la memoria encuentre forma. Sensible por vocación, Sheppard escribe con la piel abierta, buscando en cada palabra una forma de comprender el latido esquivo del mundo contemporáneo. Sus textos —más que narraciones— son reflejos: pensamientos que hurgan en los pliegues del tiempo, en el ruido sordo de la modernidad, en las grietas del alma colectiva. Su obra es una invitación melancólica a detenerse y mirar lo que a menudo preferimos no ver.