"Compañero jefe" lo llamaban sus pares y sus apóstoles seglares del Movimiento Revolucionario Liberal, tal como los marxistas chilenos llamaron al médico Salvador Allende o los cubanos intrépidos a Fidel Castro. El MRL como tripulación de vanguardia generacional y de relevo ideológico, que se asomó a los laboratorios del Estado a mediados de siglo y dejó frondosa huella en el imaginario nacional. Sirvió de heroica adrenalina inyectada en las achacosas y escleróticas arterias bipartidistas.
Cuando se produce su ingreso un poco tardío -ya sobre los 45 años- a la beligerancia y competencia proselitista lo hace con portafolio abultado y aguerrido. O no tardío diremos, porque desde adolescente había saboreado el poder agridulce que detentó su padre, al que avitualló con sus alentadores pero desafiantes conocimientos. Luego sus enjundiosos ensayos históricos, filosóficos y jurídicos lo vincularon también con la contienda ideológica por lo que se comprobaba en su caso que un historiador no es más que un político que mira hacia atrás. Y que deben computársele sus horas de gabinete para redondear su auréola. El hombre público o estadista mejor dijéramos, no es el que más está atiborrado de canonjías burocráticas sino aquél que ha divisado serena y juiciosamente la tierra prometida leer todo...