Los demonios existen, y no hablo de los que nos pintaron en la época del romanticismo, yo me dirijo a los demonios que viven en nuestro interior, aquellos demonios que desean la calamidad en todo momento, aquellos taciturnos que se mantienen cabizbajos en los vaivenes de la locura humana, que pocas veces los desatamos y los deseos más abstractos en nuestro interior salen a florecer.
¿Es normal o anormal este emplazamiento? Nosotros mismos habituamos estos apetitos salvajes a lo irracional del propio comportamiento zafiro humano, y como si se tratase de nuestro "ad hoc" en envilecimiento, recorremos los senderos de la rutina diaria hacia la locura inquebrantable de lo cotidiano en una habanera de cavilaciones que trascienden nuestro ser. En mi humilde opinión si es que así los lectores desean llamarla, pienso que el humano no es más que "Un simple trasto de lo que puede ser si solamente usa su consciencia", el hacer lo que los demás quieren que haga, como los demás quieren percibirlo, porque no medimos a la persona por cuánto haga, sino, por cuánto lo critican, es así, vivimos de críticas todos los días y de eso se alimenta nuestro ego en un sinfín de cocteles agridulces de nuestro propio comportamiento.
Así que en este libro solamente quiero dar a florecer a los demonios que habitan en nuestro intrínseco juicio, aquellos que quieren salir a flote cuando la gente camina lento o tenemos que hacer una fila para pagar los servicios básicos... de estos demonios es que quiero contarles a través de estas páginas, no muchas, para no provocarles el esplín con el cual muchos deciden cerrar el libro para siempre. leer todo...