El hombre desde sus orígenes es un ser social, con un sentido de sí y determinados patrones de comportamiento o rasgos, que le ayudan a desplegar una personalidad con dignidad y libertad de conciencia, favoreciendo su toma de decisiones y voluntad humanista, desarrollando una serie de prácticas aprendidas en su comunidad que le aportan valores fundamentales para la vida y profesión. Donde, la moral representa el conjunto de reglas adquiridas y aprendidas desde la niñez, que, le orientan en su actuar y toma de decisiones cotidianas. Por su parte, la ética a través de la reflexión marca el deber ser y el deber hacer, de forma que, la ética profesional dirige las competencias profesionales más allá del cumplimiento de las normas jurídicas o reglas sociales, en actos a favor del bienestar y calidad de vida de una persona. Estableciendo la ética médica el compromiso social del médico y su responsabilidad profesional, tomando decisiones basadas no solo las situaciones técnicas, sino también en valores y principios a favor de la curación, alivio o ayuda del paciente. En tanto, la bioética establece una reflexión ética de fenómenos, causas o factores que afectan la vida y que requieren acciones fundamentadas en principios (beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía) que orientan a un acto médico exitoso, aun cuando el resultado no sea el mejor para los familiares, pero si para el paciente, cumpliendo la legislación, tanto en situaciones clínicas, como en la búsqueda de nuevas alternativas para mejorar la condición de los pacientes o su calidad de vida mediante la investigación, con el apoyo de Comités para su regulación. Finalmente, la deontología en apoyo con la ética y la bioética, regula la conducta del profesional durante su práctica, tomando en cuenta los derechos y deberes, tanto de los usuarios del servicio, como de los prestadores, aplicando los principios establecidos o reglas, que norman su desempeño en una determinada organización. leer todo...