Fines y Principio
que nos acecha en la puerta de cada capítulo. Y donde el tiempo se derrite como relojes de Dalí, a expensas de llegar a comprender ese tornado que llamamos locura.
El libro comienza con una tentación de suicidio, auxiliada por un sueño (un objeto recurrente en la literatura de la autora). El cosmos aparece como una potencia creadora de azares que no son accidentales. La suerte se conjuga en las acciones que nacieron a petición de los deseos. De este modo transcurre la vida de los personajes, a veces cuestionando esta premisa, a veces afirmándola. Rey, que quizá no lo sepa, es una gran pensadora, pero busca por medio de símbolos (a veces sofisticados) ilustrar sus grandes ideas.
Heráclito nos enseñó, por medio de un río, el constante devenir de las cosas. Alejandra hace del río de Heráclito, un laberinto interminable. Ella entiende que quien no sabe cómo poner voluntad en las cosas pone al menos sentido, creyendo que por ello ya hay voluntad.
En el amparo de los cuerpos, piensan que la locura no es lo más alejado de lo 'normal', sino lo más cerca al amor.
Nos decía Nietzsche que en el amor siempre hay algo de locura, más en la locura siempre hay algo de razón (y voluntad).
Tal vez por testimonios como los del libro nos podemos dar cuenta que la vida sin amor, es simplemente pura existencia. Me pareció interesante la lectura de esta novela, logra una reflexión constante. En momentos es confusa, por ello la idea de laberinto, pero es importante resaltar la ida y venida de amores, pasiones, azares, en un cosmos que también se puede llamar laberinto, o también se puede llamar vida. leer todo...