Ontología del paisaje

De la comprensión de América Latina a través del paisaje (en Kusch, y como lo percibe Rojas R.) asumido desde su naturaleza vegetal, mestizamente proyectado hacia el ser humano y su cultura, incluyendo una monstruosidad propia de hibridación biocultural (Mayorga V.), hasta alcanzar una superación «artística» en la verdad ontológica de lo que es y como está siendo (Cepeda H.), el paisaje no puede reducirse a una mera noción etimológica, ni siquiera a un concepto universal, sino que él pertenece a la realidad misma total e íntegramente comprendida, ontológicamente asumida, en la que ya de antemano estamos inmersos. En síntesis, seguramente se concluya -al finalizar esta aproximación- que el paisaje no es, somos. Es verdad, estamos siendo paisaje; pero no entendido de una manera absolutista, no, sino inmersos en la compleja y rica realidad que constituímos (nos constituye [pasivamente] y constituímos [activamente], de una u otra forma), así como también estamos siendo órganos, y estamos siendo mente, y estamos siendo espíritu. La unidad corpoanímicoespiritual también quedará visualizada en nuestra aproximación ontológica al paisaje.