ÉPOCA COLEGIAL
para entrar a clase, las carreras para que no nos cerraran la puerta de ingreso al colegio, las hileras para recibir la mogolla y la leche, a la profesora de mal carácter que con su mirada nos inmovilizaba.
Del momento del recreo cuando salíamos como potros desbocados a jugar aprovechando ese instante de bullicio. Del susto que causaba presentar un examen, porque el corazón se agitaba y palpitaba tan fuerte que pareciera que se fuera a salir del pecho.
Del mamagallista del salón que nos hacía reír con sus bobadas. De mover del parqueadero el pequeño carro del profesor. Como no recordar el frío de los salones, de las salidas grupales a eventos deportivos. De los coscorrones en la fila.
De la alegría de ir al área de computo porque nos atraía la tecnología. Como no recordar la tarea que hacíamos a última hora, de la señora del aseo que se molestaba porque cruzábamos los pasillos aun mojados. Cómo olvidar los primeros romances, el primer beso y también las frustraciones. Del miedo de pasar al tablero. De la alegría de volver a ver a los compañeros después de unas largas las vacaciones.
Como no recordar al profesor de matemáticas que nos parecía un dictador a quien nadie podía cuestionarle nada. De las ?onces? que le robaban a alguien, o del ladrillo que le echaban a la maleta al compañero y evocar esa cara de asombro que nos causaba tanta hilaridad. leer todo...
David Francisco Camargo Hernández
los temas en sus propios libros. Propende por una economía «más humana, más igualitaria, capaz de contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010 algunas de sus publicaciones fueron traducidas a varios idiomas. Una de las más destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y por «su sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento comprometido con los problemas de l leer todo...