Obrero lector y aprendiz constante de escritor, cometí poesía de manera irreverente en los años que ebullían las hormonas, salteábamos los amores inolvidables y teníamos derecho a la irresponsabilidad. Luego, muchos años después, liberado de la presión laboral y las obligaciones de proveedor, me dediqué a exprimir la fuente de historias y fantasmas que alberga mi familia, para producir como artesano, dos novelas y dos libros de relatos breves. Trabajo sin afán en otras tres novelas y un libro más de cuentos, queriendo dejar algo para leer y pensar a quienes, sin tener algo mejor que hacer, quieran otorgarme el favor de leer mis escritos.