En un mundo donde la tecnología ha superado la inteligencia humana, la dependencia del hombre hacia la búsqueda de nuevos avances hacia un futuro incapaz, donde la interacción humana se ha vuelto más decadente, los jóvenes han perdido el interés por el prójimo, hacia sus propios padres y familia, viviendo en una era descrita hace siglos por grandes filósofos, científicos, e investigadores, decretándolo como la era robótica.
Ya no hay vuelta hacia un pasado prospero, lleno de comunicación, de experiencias y vivencias compartidas, la era digital ha llegado para arraigarse a las partículas cerebrales y sustituir emociones por drones, capaces de emitir todo lo que el ser humano puede hacer, e incluso superarlo en todo sentido.
Acaso, ya las personas somos incapaces de abandonar esta modalidad artificial, dejar a un lado todo la tecnología y recuperar esos momentos donde las emociones superaban las expectativas humanas. Se nos acaba el tiempo, y pronto ya no seremos necesarios para coexistir con la tecnología, ella simplemente nos suplantará y será suficiente para sí misma.
Nosotros solo seremos basura para desechar. En todos los países existen diferentes políticas, criterios e ideales, pero algo en común, es que nos afecta a todos los habitantes, dejándonos con necesidades y afecciones, cerrándonos las puertas hacia la tranquilidad y confort. La opresión de los líderes sobre los ciudadanos, las imposiciones, la ausencia de libertad.
Es por ello, que muchas veces las rebeliones permiten dar ese respiro a una sociedad en crisis, aunque la gran mayoría no las apoyan, creen que gracias a ellas es posible comenzar con piezas incompletas, pero que podemos dar ese aporte para crecer otra vez. Por ello, una sociedad no puede depositar toda su confianza en un solo ideal, debemos ser distinto, para lograr cambios que perduren en el tiempo y que puedan ser la base de una sociedad más justa, de igualdad en derechos, pero sobretodo, de amor y respeto de unos a otros. leer todo...