Siempre estamos en la búsqueda de una identidad, para que se nos pierda, o mejor para no perdernos por el desconocimiento de nosotros mismos. Pero este afán de imagen solo la tratamos de preservar física, más no energética y mucho menos espiritual de luz.
He aquí, el por qué no nos sentimos plenos al 100% en la vida. Se nos ha perdido, o mejor, hemos olvidado la imagen de nuestra identidad real, que pertenece a un Principio de esencia, que se manifiesta en energía, para poder reconocerla.
La verdadera identidad no es material, no es física, es quántica y lumínica, la cual está intacta en el recuerdo de la Memoria Universal, la cual también perdimos con la identidad. Hay que recuperar entonces, la identidad divina, es decir, la identidad de dioses, de Principio eterno.
Para eso estamos en la tierra, y es el por qué de nuestras repetitivas encarnaciones sobre este plano de tercera dimensión. Pero recuperar nuestra identidad, a veces, nos hace perder en un laberinto de personalidades humanas, que nos hace más difícil la vida.
Para no perdernos, tenemos que comenzar por rendirnos y negarnos a nosotros mismos como humanos, sin dejar la vida de la tierra. Ya no es necesario desencarnar, para encontrar nuestra verdadera identidad. Se puede hacer desde la misma tierra, en una vida integral de espíritu.
Es reconocernos en lo que no somos, para reconocer lo que somos, es decir, conocernos a nosotros mismos en lo que esta manifestado como materia, mente y demás cuerpos energéticos, que no son reales, para reconocer la realidad del espíritu.
De aquí en adelante, están los saltos quánticos, que sin el tiempo y sin el espacio ilusorio, nos permitirá conocer el mapa de regreso a Casa Real: Recuperar la identidad de Dios.
Por esto y para esto, abro una puerta dimensional, para mirar desde aquí, como humanos, el camino sobre el cual nos encontramos y el camino que nos ofrece la Verdad, que está inscrita en tu propio corazón. Un camino abierto, que te invita a recorrerlo para ir directo al encuentro contigo mismo. leer todo...